En su carta Pastores dabo vobis, San Juan Pablo II escribió: "la vocación al sacerdocio tiene a menudo una manifestación temprana en la infancia o en la primera juventud.

Santo Tomás de Aquino buscó de explicar el motivo por el cual Cristo amaba en particular por su “edad juvenil” al apóstol San Juan y escribía: “Esto nos permite conocer como Dios ama de modo particular a aquellos que se dedican a su servicio ya desde la primera juventud”. Esta es la razón por la cual la Iglesia ha instituido el seminario menor donde los jóvenes que muestran signos de vocación pueden discernir, estudiar y prepararse para continuar su formación en el Seminario Mayor. El objetivo es que el jóven pueda tomar más conciencia de lo que es su vocación, de modo que la pueda seguir más conscientemente. Se trata de una preciosa obra educativa: los jóvenes reciben por una parte la formación del colegio propia de su edad, y por otro lado una introducción a lo que será su futura formación sacerdotal. La vida de los seminaristas menores incluye muchas actividades como viajes culturales y deportes. Son dirigidos por un sacerdote del Instituto que es supervisor de su formación, y es acompañado por otros religiosos que lo asisten en esta tarea. El Instituto ofrece una casa donde viven juntos, con un estilo de vida que los prepara para el Seminario Mayor, con estudio, oración y recreación. Los estudiantes visitan a sus padres en algunos períodos del año.